Durante el rezo del Ángelus el santo padre insistió en la centralidad de Jesucristo
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 18 noviembre 2012 (ZENIT.org).
La meditación del papa estuvo centrada en el evangelio dominical (Mc. 13:24-32), que es una parte del discurso de Jesús sobre los tiempos finales, y que Benedicto XVI lo presentó como “probablemente el texto más difícil de los Evangelios”. Según el Catequista universal, esta dificultad se debe tanto a los contenidos como al lenguaje, porque “habla de un futuro que está más allá de nuestras categorías, y por ello Jesús utiliza imágenes y palabras tomadas del Antiguo Testamento, pero sobre todo, incorpora un nuevo centro, que es Él mismo, el misterio de su persona, y de su muerte y resurrección”.
Hizo ver el papa que las imágenes cósmicas de género apocalíptico a que se refiere Jesús, como aquellas de que el sol se oscurecerá y que la luna no dará su resplandor, o que las estrellas irán cayendo del cielo, son relativizadas por Él mismo cuando dice: “Y entonces verán al Hijo del hombre que viene entre nubes del cielo con gran poder y gloria” (v. 26).
Esta frase de Cristo, enseñó el santo padre, lo señala a Él como el “Hijo del Hombre”, aquel “que conecta el presente con el futuro (y en quien) las antiguas palabras de los profetas han encontrado finalmente un centro. Él es el verdadero acontecimiento que, en medio de la agitación del mundo, sigue siendo el punto firme y estable”.
Y quiso confirmar esto con esa otra expresión del Evangelio de hoy, en la que Jesús dice: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (v. 31), ya que –siempre el papa, “en la Biblia la Palabra de Dios está en el origen de la creación: todas las criaturas, desde los elementos cósmicos –sol, luna, firmamento–, obedecen a la Palabra de Dios, porque son «llamados» por ella”.
Este poder creador de la Palabra de Dios, que es Jesucristo, continuó, “(es) el verdadero «firmamento» que orienta el pensamiento y el camino del hombre en la tierra”. De este modo, hizo ver que Jesús no es un “vidente” que describe un fin del mundo con imágenes apocalípticas. Sino por el contrario, “Él quiere quitar en sus discípulos de todos los tiempos, la curiosidad por conocer las fechas, los pronósticos, y quiere más bien darles una idea profunda, esencial, y sobre todo indicar la forma correcta de caminar, hoy y mañana, para entrar en la vida eterna”, dijo.
Consciente de que “todo pasa”, como lo recuerda el mismo Jesucristo en el pasaje evangélico, el papa recordó que por el contrario, “la Palabra de Dios no cambia, y (que) delante de ella cada uno de nosotros es responsable del propio comportamiento”.
Por ello aseguró a todos los fieles presentes en la plaza –y a aquellos que lo siguieron por los medios de comunicación–, que ante estos tiempos en que no faltan los desastres naturales, las guerras y la violencia, “hoy necesitamos una base estable para nuestra vida y nuestra esperanza, más aún a causa del relativismo en el que estamos inmersos”.
Y esta centralidad es Jesucristo, “su persona y su Palabra”, finalizó.
Fuente: Zenit.org
Nota dezpierta: Dice el texto que Benedicto lo presento como probablemente «el texto más difícil de los Evangelios». Solemos ver la dificultad de las cosas cuando no queremos permitir que sigan su proceso natural o que signifiquen lo que de verdad significan. Es cierto que es difícil hacer que un texto diga algo distinto de lo que el autor pretendía transmitir y sobretodo cuando el mensaje es claro y explícito.
¿De verdad es posible que Jesús no quisiera que estuviéramos pendientes del momento de su segunda venida? Veamos lo que dice el texto de Marcos 13:24-32:
Dice Ratzinger que Jesús habla de un futuro que está más allá de nuestras categorías… ¿qué significa esto? Realmente, lo que pretende el Papa es que no prestemos atención a los tiempos, que los terremotos y las catástrofes que asolan la tierra pasarán y que la venida de Jesús no es un evento real sino que es personal. Esto es una falacia. Si Jesús nos habló de señales fue porque quería que fuéramos conscientes de que volvería.
Las palabras de Jesús no se quedan en el versículo 32, continúa diciendo: «Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase. Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana; para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo. Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad«.
¿Qué significa velar? La RAE tiene muchos significados para este verbo, pero me quedaré con dos de ellos:
– Observar atentamente algo.
– Hacer centinela o guardia por la noche.
¿Quería Jesús decir que ninguno de los siervos debería dormir esperando al señor? Evidentemente no. Por eso Jesús concentra la venida del señor, en su ejemplo, en unas horas: o al anochecer, o a la media noche, o al amanecer o a la mañana.
Las señales de los tiempos nos han sido dadas, de la misma forma que fueron dadas señales para conocer la primera venida del Mesías. ¿Alguien podía saber cuando vendría el Mesías? De hecho, todos lo sabían porque si no Herodes no habría mandado matar a todos los recién nacidos, el problema es que nadie lo esperaba a excepción de unos sabios que vinieron desde oriente, estudiosos de la profecía y probablemente comisionados por los seguidores del profeta Daniel.
Dios nos entrega la información exacta para que velemos. Porque si supiéramos con exactitud el día y la hora, nos relajaríamos hasta el último segundo. Pero si pensáramos que la segunda venida no es física y real sino que pertenece a otra categoría que va más allá de nuestro entendimiento… nos relajaríamos de la misma forma, pero esta vez indefinidamente.
Es cierto que Cristo es el centro del Evangelio, es el centro de TODO. Pero la verdad que debe ser predicada y que es predicada desde que se fue es: Jesús vuelve pronto.
No hagamos caso de los falsos pastores, que sólo ven las ganancias.
Que Dios os bendiga.